Se define como franquismo al nuevo régimen implantado en
España tras el triunfo del bando llamado “nacional” contra el conocido como
“republicano” en una guerra civil que, con una duración de tres largos años,
tuvo enfrentada a la población española que luchaba por una España mejor. Este
nuevo sistema de gobierno giraba en torno a la figura del General Franco, quien asumía
los cargos de Jefe de Estado, Jefe del partido único y su jerarquía como
Capital General del estamento militar, conocido popular y oficialmente como “El
Caudillo”.
Sus tres pilares básicos lo constituían el Ejército, la Falange
y la Iglesia Católica.
La Falange trataba de implantar una ideología basada en la
unidad de España merced a sus distintas plataformas, como lo fueron la del
Frente de Juventudes, que trataba de inculcar en la juventud unos valores
puramente hispanos fortalecidos por los principios de la disciplina, el
sacrificio, el ejercicio al aire libre y la deportividad; la Sección Femenina
que daba suma importancia a la mujer en el seno familiar como valor primario; y
finalmente, la acción sindical, donde la negociación del empresario y el
trabajador se consideraba como imprescindible, regulada de forma conjunta.
La
Iglesia Católica representó la legitimidad del régimen
manifestado en un ideario en el que el nacional catolicismo se convirtió en la
doctrina oficial. Y el Ejército, como vencedor de la contienda, abastecía con
sus mandos a los puestos más relevantes del poder ejecutivo, en el que la
figura de Franco ejercía un poder único sin ningún tipo de control, confiados
en su ejemplar ejecutoria.
La estructura del franquismo estuvo dotada de unas Leyes
Fundamentales que se fueron implantando en la primera década de su acceso al
poder. Leyes hechas a semejanza de una Constitución a la que se trataba de
reemplazar y que se significaban como:
Ley del Fuero del Trabajo: que creaba el marco regulador de
la vida laboral.
Ley del Fuero de los Españoles: que regulaba sus derechos y
obligaciones.
Ley del Referéndum Nacional: establecida para aquellos casos
en los que se considerase la conveniencia de una votación popular.
Ley Constitutiva de las Cortes: que establecía el
procedimiento para la formación de las Cortes Españoles.
Ley de Sucesión: que regularía primero el sistema sucesorio
y más tarde la persona sobre la que recaería la sucesión.
Ley de Principios del Movimiento Nacional: que implantaría
el ideario político.
Y ya en 1966: la Ley Orgánica del Estado, que era más bien una
especie de recopilación de las anteriores Leyes Fundamentales, pero tratando de
adecuarlas a un marco menos rígido.
1ª ETAPA: 1939-1959
Iniciado el nuevo régimen, coincidió pocos meses después con
el comienzo de la II Guerra Mundial
en la que España
se declaró neutral. La década de los cuarenta, la conocida como la “posguerra”,
tuvo muchas complicaciones políticas, especialmente producidas -además de las
propias de la confrontación existente en Europa- por las diferencias
ideológicas con el bando aliado que saldría vencedor de la II Guerra Mundial en
1945. Durante este periodo España carecía de recursos económicos al haberse
quedado sin reservas, por lo que se impuso entonces una autarquía económica
concretada en un funcionamiento cerrado, interno y sin depender del exterior,
lo que deterioró aún más su economía.
Sin embargo, terminada la contienda mundial, la creación de
dos bandos opuestos y que hasta entonces habían permanecido unidos: EEUU y la
URSS, benefició al régimen de Franco, lo que posibilito años más tarde, en la
década de los sesenta, la implantación de un Plan de Estabilización que hizo
posible el desarrollo de su economía y su mejoramiento.
La creación del Instituto Nacional de Industria, con la
creación de importantes empresas públicas, tuvo una importancia decisiva en la
evolución del tejido industrial español.
POLÍTICA INTERIOR
Se proclamaron, entre otras,
dos leyes tendentes a la represión sobre el bando vencido, como lo
fueron la Ley de Responsabilidades Políticas y la Ley de Represión del Comunismo
y la Masonería.
Parte de la intelectualidad se exiló de España, bien
por temor a las represalias por su implicación en el bando republicano, o bien
en aquellos que no se habiéndose significado en contra del régimen, no veían un
futuro muy grato en sus pretensiones profesionales.
En la década de los cuarenta surgieron los “maquis”, palabra
adoptada de los guerrilleros franceses. Fue una organización formada por
comunistas que actuaban siguiendo las órdenes del Partido Comunista en Francia
y que a su vez recibía instrucciones del propio Stalin. El lugar preferente por
el que hacían su entrada en España era a través del Valle de Arán y su mayor
actividad la desarrollaron en las provincias de Cuenca, Teruel y en la zona del
Maestrazgo; en menor medida lo hicieron por las tierras pirenaicas, con el
objetivo de seguir luchando a favor de la Republica que creían posible si los
aliados vencían en la guerra europea que se estaba librando. Pasados unos años,
fue decreciendo su intensidad desapareciendo su actividad en la zona rural en
el año 1953, limitándose a hacer acto de presencia en las zonas urbanas, pero
de forma muy esporádica y de inmediato detenidos.
El régimen franquista se encontró con una oposición muy
débil, especialmente por la propia división de los oponentes en la que
figuraban republicanos junto a monárquicos, ambos con objetivos diferentes.
En 1941 la URSS rompe sus relaciones con Alemania. Es el
momento en el que el Caudillo presta una colaboración testimonial en la Guerra Mundial
junto al bando alemán. En su ayuda, manda a la URSS la División Azul para
combatir contra el comunismo en reciprocidad a la ayuda que había recibido de
Alemania en la guerra civil española. La División Azul estaba
formada por voluntarios falangistas, cuya cuantía alcanzó los 60.000 hombres.
Terminada la II Guerra Mundial, se creo la ONU como
continuación de la Sociedad de Naciones Unidas creada después de la I Guerra
Mundial con la finalidad de evitar nuevos enfrentamientos. Por decisión de la
ONU, España no entró en la organización, al mismo tiempo que se ordenaba la
retirada de los embajadores occidentales. Boicot contra España que se rompe con el comienzo de la “guerra fría”.
El enfrentamiento de dos sistemas opuestos, el capitalismo y
el comunismo, benefició a España, dada su apuesta firme contra el mismo enemigo
de las naciones democráticas. Los acuerdos establecidos entre España y los
EEUU, así como el Tratado con la
Santa Sede, ambos en 1953, fortalecieron al franquismo, y en
consiguiente fue en el año 1955 cuando fue aceptada su entrada en la ONU con la
vuelta de embajadores occidentales y la instalación de las bases americanas en
el suelo español.
Con anterioridad, al final de la guerra mundial, se
estableció el Plan Marshall como ayuda a todas las naciones implicadas en el
enfrentamiento. Pero como España se había declarado neutral, no recibió
compensación alguna. Las ayudas económicas americanas también estaban dirigidas
hacia todos los países del Este por su condición de aliados, pero estos no las
aceptaron, básicamente, porque ello suponía una sumisión al sistema capitalista
que estaban combatiendo. La ausencia de ayuda significó un retraso para estos
países, que vieron cómo los occidentales avanzaban marcando una gran diferencia
en su desarrollo económico.
SEGUNDA ETAPA 1959-1975
En el año 1962 España hace sus primeras gestiones para
entrar en la
Comunidad Europea que no lograría hasta muchos años después
con el fin del franquismo. Aparte de las razones políticas, existían otras de
tipo económico que impedían la entrada de España en el mercado continental,
dada la diferencia existente en el mercado productivo.
OPOSICION SINDICAL
En este terreno la oposición era muy escasa, aunque fue
consiguiendo cierto predominio el PCE a través de sus Comisiones Obreras que
tuvieron la habilidad de ir infiltrándose en el mundo sindical en manos de
la CNS, la oficial Central
Nacional Sindicalista en la que coincidían el mundo empresarial y obrero,
cada uno en defensa de sus intereses. Los sindicatos de ideologías socialista y
anarquista fueron inexistentes durante todo el franquismo. Las CCOO nacieron a
finales de los años 50 y desde la clandestinidad fueron incorporándose en la
vida pública española.
OPOSICION ESTUDIANTIL Y RELIGIOSA
El Concilio Vaticano II de 1965 significó un punto de
inflexión en las Universidades y en la Iglesia, con la aparición de los
sacerdotes obreros y parte de la jerarquía eclesial, en el que la figura más
representativa fue el Cardenal Tarancón que hacía hincapié en la necesidad de
avanzar hacía una mayor libertad y participación ciudadana.
POLITICA EXTERIOR
La entrada en la CEE y en la OTAN fue objeto de deseo
impedido por las diferencias políticas existentes. España tuvo que abandonar su
última colonia cuando ya en la agonía del Jefe del Estado, Hassan II, aprovechó
la fragilidad del régimen mediante la “marcha verde”, formada por gente civil
con predominio de mujeres y niños, ocupando el territorio del Sahara Español.
En 1969 se nombre a Juan Carlos como sucesor de Francisco
Franco en la Jefatura del Estado, y en 1973 se creo la figura de Jefe de
Gobierno recayendo sobre el almirante Carrero Blanco que suponía la
perpetuación del régimen en caso de fallecimiento del Caudillo. Sin embargo, y
victima de un atentado de ETA, muy pocos meses después murió asesinado el
almirante, siendo sustituido por Arias Navarro.
En estos años, y viendo que el final del franquismo estaba
próximo, se creo en el exterior y como oposición al régimen la Junta Democrática,
que funcionaba bajo la directriz del PCE, organización política que ya en el interior de España iba
teniendo cada vez mayor fuerza en el
mundo universitario y laboral.
Mientras tanto, el PSOE tenía muy poca fuerza en el
interior, pero, sin embargo, recibía muchos apoyos en el exterior a través de la Internacional Socialista,
sobre todo de Alemania y Francia. En el Congreso de Souresne de 1974 se impuso
la fuerza de los jóvenes socialistas contra los componentes del llamado PSOE
histórico.
En 1976 ambas organizaciones unieron sus fuerzas muy
interesadas en que el camino hacia la democracia supusiera romper con el pasado
hacia unas elecciones en las que participaran todos los partidos.
Con la dimisión del Presidente de Gobierno Arias Navarro
cuyo espíritu del “12 de Febrero” no suponía romper con el régimen de Franco,
sino su continuidad, el Rey Juan Carlos nombró como Jefe de Gobierno a Adolfo Suárez, quien
proveniente del franquismo, donde había ostentado puesto de relevancia, fue
llamado a dirigir la vida política española hacia un nuevo sistema democrático
con la participación de todas la fuerzas políticas sin excepción alguna.
Todo ello bajo la batuta de Torcuato Fernández-Miranda
(encargado de la tutela de Juan Carlos de Borbón desde que llegara a España en
su niñez), Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, a la sazón diseñador
de la Ley de la Reforma Política que desde la legalidad, suponía la transición
del régimen franquista, aprobada en sus propias Cortes, hacia un sistema
idéntico a los existentes en la Europa
democrática.
El deseado cambio hacia la democracia, tuvo que vencer no
sólo la resistencia de los añorantes del franquismo, sino a una oposición
recelosa de su actitud. Adolfo Suárez creo un nuevo partido político, la UCD,
donde convergían liberales, demócratas cristianos y quienes desde el franquismo
aceptaban el nuevo juego político. La legalización del Partido Comunista de
España no fue aceptada por los altos mandos militares, dimitiendo el Ministro
de la Marina. Esta
decisión representaba la de mayor peligro en aquel momento, suscitando criticas
no sólo del estamento militar, sino de una parte de la sociedad española
sorprendida en el momento de su legalización: el Sábado Santo de 1977.
Tras las elecciones constituyentes de 1977 y con el triunfo
de la UCD se inició el proceso negociador de una Constitución que lo fue de
consenso y que fue aprobada en referéndum en diciembre de 1978.
El clima social de 1977 estaba sometido a la influencia
negativa de una inflación galopante que llegó a alcanzar el 28%, en medio de
una baja productividad y un desequilibrio en el intercambio económico con el
extranjero. A lo que había que añadir las acciones terroristas de ETA y el
GRAPO que se producían a diario causando victimas, especialmente en el
estamento militar y en personalidades de relieve en la vida social y económica
de la nación. Esta situación no ayudaba a la tarea de Gobierno, creando un
clima tenso entre la clase política, pero que la mayoría del pueblo español
contemplaba resignada y con muestras de dolor.
Los pactos de Toledo entre el Gobierno, oposición, mundo
empresarial y sindicatos, supuso un bálsamo que fue dando sus frutos hacía una
mayor tranquilidad de la vida social española.
En 1979 se disolvieron las Cortes Españolas para unas nuevas
elecciones en la que el resultado fue muy parecido al de dos años antes: el
triunfo de la UCD que pocos años después se vería disuelta por sus propias
luchas internas.
3 comentarios:
Julio, mu gusta mucho.
Menuda parrafada sesgada y otalmente fascista, que asco da leer legitimar un Golpe de Estado que sumió a España en la oscuridad y el terror. Asco, repugnante, horrible
excelente exposición de los hechos ocurridos en esa época. Para nada partidista, sino realista y fiel a los hechos. Me ha gustado mucho. Gracias.
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