MI PAIS, PINCELADAS PATRIAS
"En España no se ponía el Sol"
domingo, 24 de noviembre de 2013
VALENTIA, SUS ORIGENES
domingo, 8 de septiembre de 2013
IBERIA, SUS PRIMEROS POBLADORES
martes, 4 de diciembre de 2012
EL FRANQUISMO
lunes, 24 de enero de 2011
LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA - (II)
1933 ELECCIONES PARLAMENTARIAS
El PSOE, que con anterioridad había formado gobierno con los republicanos de izquierdas, ante la nueva cita electoral optó por ir en solitario. En el socialismo español existían tres tendencias diferenciadas, pues mientras que la representada por Julián Basteiro era más moderada y la de Indalecio Prieto no optaba por enfrentarse al capitalismo de una forma radical, la que encabezaba Largo Caballero, “el Lenin Español”, sí creía que era el momento propicio para la implantación de un sistema marxista enfrentado al capitalismo al que había que exterminar. De esta forma, la izquierda se presentaba a las elecciones dividida, mientras que la derecha lo hacía más unida manteniéndose a la cabeza la CEDA, la Confederación de Derechas Autónomas y el Partido Radical de Alejandro Lerroux de centro derecha.
En estas elecciones acudieron a las urnas por vez primera las mujeres, que ya lo habían hecho en las elecciones catalanas. Hubo una fuerte abstención, especialmente propugnada por los anarquistas que tenían un gran arraigo en gran parte del territorio español, especialmente en Barcelona.
Celebradas las elecciones, la CEDA fue el partido vencedor y en segundo lugar el Partido Radical. El Presidente de la República optó por el Partido Radical a que formara gobierno, sin acceder al mismo nadie de la CEDA, que pese a ello, le dio su apoyo parlamentario.
Hubo un debate en cuanto a lo que había representado el voto de la mujer en el resultado electoral, al que se le otorgó un carácter conservador y decisivo en el resultado.
Hay que considerar que en aquellos años y en Europa especialmente, era en Italia y en Alemania donde el fascismo, que había llegado al poder producto de unas elecciones, fue, sin embargo, eliminando toda oposición parlamentaria e implantando un sistema de partido único, dando con ello fin al sistema democrático. En España, la izquierda, estaba convencida de que Gil Robles, para ellos el líder del fascismo español, una vez en sus manos el poder, llegaría a los mismos fines, por lo que no quería de ninguna manera que ni siquiera formara parte del Gobierno. Y aunque no había ningún motivo que justificara este temor, así al menos lo predicaba a sus masas.
La situación se mantiene por un tiempo estable, pero la CEDA, en uso a su derecho democrático, deseaba formar parte del Gobierno. Cosa que logró cuando en Octubre y en un cambio de gabinete ministerial, tres de sus miembros ocuparon carteras de poca entidad.
Esto soliviantó a las izquierdas y se produjeron fuertes enfrentamientos que dieron origen a la Revolución de Asturias y a que LLuis Campanys proclamara el 16 de Octubre el Estat Catala, mientras que en el resto de España los actos revolucionarios tuvieron menor entidad.
Durante el periodo conservador de finales de 1933 a 1936, se paralizaron las reformas iniciadas en el bienio reformista de los socialistas y republicanos en el poder. Se anuló el estatuto de Cataluña con mayor razón por su acto independentista fuera de la Constitución, la reforma agraria se paralizó, y las relaciones con la Iglesias fueron retomándose. En estos dos años se produjeron seis cambios de gobierno, y en ellos, la CEDA, iba aumentando su número de ministros, tal y como le correspondía por el resultado electoral.
1934 - REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
La razón que adujeron los izquierdistas para la Revolución fue la llegada al Gobierno de tres ministros de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) a pesar que tenían derecho a ello debido al resultado de las elecciones, cuando la realidad obedecía más al deseo de alcanzar la revolución proletaria.
El Gobierno declaró estado de guerra en toda España, pues se crearon movimientos revolucionarios en toda la península, aunque solo tuvieron importancia en Cataluña y Asturias.
El 16 de octubre de 1934, considerando en peligro la estabilidad de la República y la autonomía de Cataluña, el Presidente Lluís Companys se enfrentó de forma beligerante al Gobierno central, proclamando el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El movimiento independentista que no tuvo el respaldo de los anarquistas catalanes de gran implantación estos en Barcelona, fue aplastado por el General Batet al día siguiente de la proclamación, lo que llevó a la suspensión del Estatuto de Autonomía, siendo encarcelados y condenados a largas penas tanto el Gobierno de Cataluña como numerosos ciudadanos, revestidos o no de autoridad. Fue nombrado Gobernador el General Villalonga.
Sin embargo, y al mismo tiempo, la Revolución triunfó en Asturias, en donde tuvo una vigencia de sólo quince días. Fue Indalecio Prieto el que se había encargado de conseguir las armas necesarias para la sublevación, estando a punto de ser detenido en el instante del desembarco de armas desde el buque Turquesa en San Esteban de Pravia, en la costa asturiana. El Gobierno dio plenos poderes a Francisco Franco, Gobernador Militar de Baleares, quien mandó tropas de África para dominar la situación. Unos 3.000 muertos y más de 30.000 encarcelados fue el resultado final de la Revolución. Gil Robles nombró a Franco Jefe del Estado Mayor Central.
Los socialistas, al ver el resultado final, quisieron eludir su responsabilidad en los hechos de bandidaje y saqueos a bancos, lo que aprovecharon los comunistas para erigirse en promotores de la revolución, especialmente en la persona de “La Pasionaria”, personaje que irrumpió en la vida política con fuertes soflamas. No obstante, los diputados socialistas fueron detenidos y encarcelados por su implicación en los hechos.
NOVIEMBRE 1935: EL ESTRAPERLO
Estallaron los casos de estraperlo y Tayá que sirvieron para desprestigiar al Gobierno de Lerroux, a quien acusaron de aceptar sobornos para la autorización de la ruleta en los casinos de juego. El caso, de muy pequeña entidad pues la recompensa fue el regalo de un par de relojes de oro, tuvo una gran resonancia.
El Presidente de la República, en lugar de pedir a Gil Robles que formara Gobierno, toda vez que no se había involucrado en este caso de prevaricación y aún quedaban dos años de legislatura, optó por disolver las Cortes y anunciar nuevas elecciones parlamentarias.
FEBRERO 1936 – TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR
A estas elecciones la izquierda se presentó muy unida como Frente Popular, mientras la derecha, con el Partido Radical muy tocado por el asunto del “Estraperlo”, no lo estaba tanto.
Las elecciones fueron poco limpias, pues en muchas ciudades al no alcanzar las minorías el 25% para conseguir escaños, eran necesarias nuevas elecciones. Se falsificaron las actas y de esta forma se les adjudicaron los escaños. El resultado fue, que con una victoria muy ceñida del Frente Popular, consiguió una gran diferencia de escaños.
El nuevo gobierno sacó de la cárcel a todos los detenidos por su participación en la Revolución de Asturias y mandó al destierro a los militares más importantes. Dio luz verde al Estatuto Catalán y se trazaron los objetivos del bienio reformista, aunque la situación era ya muy distinta.
En el mes de Abril destituyeron al Presidente de la República Niceto Alcalá- Zamora, Catedrático, propietario de tierras, que iba a Misa y líder de Derecha Republicana. Fue entonces cuando nombraron a Manuel Azaña como Presidente, cargo que ostentaría hasta febrero de 1939.
Se asistió a unos meses en los que la calle era campo de enfrentamientos entre las posiciones más extremas, como eran la Falange, los anarquistas y los comunistas, sin que el Gobierno del Frente Popular dominara la situación.
El asesinato de Calvo Sotelo, jefe de la oposición en el Parlamento por la Guardia de Asalto, fue el detonante e inicio de una Guerra Civil que iba a durar tres largos años y que supuso la derrota del bando republicano profundamente fragmentado por sus luchas internas, frente a la unidad imperante en los sublevados que facilitó su victoria.
jueves, 23 de septiembre de 2010
LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA - (I)
La II República, en la que el pueblo español había cifrado todas sus esperanzas, tanto por su desilusión por una Monarquía en la que ya no confiaba como por la esperanza en la más eficaz solución a los problemas sociales de aquellos años, fue recibida en un ambiente festivo de forma mayoritaria. Desgraciadamente y de forma paulatina, la vida política fue deteriorándose por la propaganda revolucionario que llegaba de la Rusia bolchevique, más dirigida hacia una república socialista de ideología marxista que al logro de un parlamentarismo democrático. También contribuyó a su deterioro la dejadez de los gobernantes republicanos que no hicieron nada por frenar la firme convicción de las masas libertarias deseosas de emular e implantar sus deseos revolucionarios, concretados en que el poder a establecer estuviera en sus manos. La irresponsabilidad del socialismo español, como se demostró en Octubre de 1934 en la conocida como “Revolución de Asturias”, dañó aún más la situación y su contribución quedó patente cuando las masas libertarias que lo iniciaron fueron alentadas y pertrechadas por el Partido Socialista Obrero Español, cuyos Diputados parlamentarios fueron detenidos y encarcelados por su comprobada participación en los hechos.
Todo ello no hizo más que sepultar aquella República soñada por los asistentes al Pacto de San Sebastián, quienes, y especialmente la intelectualidad que la alentó, terminó por criticar la dejadez de los gobernantes republicanos cuyo desenlace llevó a los españoles una guerra civil de tres largos años y a la desaparición de la Republica añorada. Guerra civil que si los militares no la deseaban cuando aconsejaron a Alfonso XIII su marcha de España para evitar un posible enfrentamiento entre lo españoles, sí la procuraron con ahínco las masas libertarias deseosas de emular a sus correligionarios soviéticos. Masas que a los veinte días de instaurada la Republica dejaron claras sus intenciones con la quema de Conventos por toda España después de unas elecciones municipales que había llevado a la legítima implantación de la República en España, dado el vacío de poder creado por el abandono de la Corona por parte del Rey Alfonso XIII.
12/4/31 ELECCIONES MUNICIPALES
El resultado electoral fue favorable a los partidos monárquicos, no así en las capitales de provincia en las que a excepción de un par de ellas, los republicanos lograron la victoria. Sucedió lo contrario en la zona rural, debido, fundamentalmente, al fuerte impacto del caciquismo que inclinó la balanza en el conjunto de España a favor de la Corona. Pese a que fueron unas elecciones municipales en las que no se planteaba un plebiscito cuestionando la forma de estado, en las grandes ciudades se produjeron manifestaciones a favor de la República. Pese al resultado favorable a los monárquicos en el recuento nacional, Alfonso XIII, aconsejado por el estamento militar y para que no se produjera un enfrentamiento civil, optó por abandonar España. Ante la ausencia de poder, dos días después, se instauró la República en España.
14/4/31 PROCLAMACION DE LA REPUBLICA
Fue muy bien recibida por la población, sin ningún tipo de altercado y toda la prensa nacional reflejó en sus páginas el agrado de la llegada del nuevo régimen a la nación española.
11 MAYO 1931 - QUEMA DE CONVENTOS
Pero pocos días después se produjeron en toda España la quema de Iglesias y Conventos y el inicio de un clima turbulento que fue cogiendo fuerza sin que el Gobierno tratara de impedirlo. Todo lo contrario, ajeno al sentimiento de media España, avivó más el clima violento que fue imperando y que llevó al descrédito de la propia República.
Muestras de la dejadez e irresponsabilidad del Gobierno, fueron las famosas “citas de Azaña” a lo largo de su mandato, quien no contribuyó precisamente con ellas a apaciguar los ánimos, sino todo lo contrario, a envalentonarlos.
1ª Cita de Azaña después de la quema de conventos: “Un dedo de un republicano, vale más que todos los conventos de España”.
Los hechos produjeron una fuerte tensión en el gobierno provisional cuando estaban dedicados a la elección de una Cortes Constituyentes, que tras el correspondiente debate parlamentario, instauraron una nueva Constitución, que no lo fue de consenso.
ELECCIONES CONSTITUYENTES
Después de haber nombrado un Gobierno Provisional que dio paso a un proceso constituyente y tras unas “Elecciones a Cortes”, su resultado llevó al poder a un gobierno republicano y socialista, con Niceto Alcalá Zamora como Presidente del Gobierno.
Culminada la nueva Constitución, las principales reformas que trataron de llevar a cabo fueron la agraria, la del ejército, la educativa y la del Estado, que culminó ésta con la concesión del Estatuto de Autonomía para Cataluña. Sin embargo, no se concedió el del País Vasco, especialmente por las diferencias existentes entre el PNV, partido de derechas y de carácter religioso, con el Gobierno que había articulado una Constitución laica, dificultando el acuerdo.
2ª Cita de Azaña: Al firmarse un artículo de la Constitución que declaraba el carácter laico del Estado -votación efectuada de forma poco clara, pues en el momento de votar el artículo que lo decidía, no contaron con la presencia de los constituyentes monárquicos- Azaña dijo: “España ha dejado de ser católica”, creando confusión en gran parte del pueblo español, provocando la dimisión de Niceto Alcalá Zamora, que fue sustituido por Manuel Azaña con el que había tenido frecuentes enfrentamientos por tales motivos. En Diciembre de 1931, Alcalá Zamora fue nombre Presidente de la Republica.
El intento de abordar la reforma agraria no llegó a buen término por falta de tiempo, toda vez que el periodo de dos años que estuvieron en el poder las izquierdas, fue demasiado corto para su ejecución. Por otra parte, la falta de dinero en las arcas del Estado, imposibilitaba su acuerdo.
También se emprendió la reforma del ejército, cuya formación estaba descompensada, dada la existencia de un mando por cada tres soldados. Se ofertó a los mandos su salida del ejercito con el sueldo integro y pese a tan buena oferta, su aceptación fue muy escasa.
La reforma educativa se transformó en un objetivo del Gobierno en unos momentos en los que el analfabetismo ascendía al 44% de la población, por lo que se fomentó la enseñanza laica en detrimento de la religiosa. Se abolió la Compañía de Jesús, y aunque la justificación fue debida al cuarto voto de obediencia al Papa, al igual que sucediera en tiempos de Carlos III, la realidad fue debida al gran interés en abolir las ordenes religiosas, y en especial la de los jesuitas por su gran relevancia y poder en la docencia española. Se fomentó especialmente el Instituto de Enseñanza Libre de carácter privado.
Las reformas sociales se basaron en la reducción de la jornada de trabajo y otras acciones en beneficio de la clase trabajadora. En lo religioso, básicamente, se trató de restar presencia e la Iglesia en la vida pública, política y social.
1932 GOLPE DEL GENERAL SANJURJO: “LA SANJURJADA”
Fue un fracaso, pues no se le sumó nadie. Sólo tuvo éxito en Sevilla, pero con una duración de muy pocas horas. Sus consecuencias: Estatuto de Autonomía de Cataluña y Expropiación de tierras a los Grandes de España.
3ª Cita de Azaña: “Voy a triturar al Ejército”
Mitin de Manuel Azaña en Valencia cuando era Ministro de la Guerra, lo que soliviantó a los militares.
CASAS VIEJAS
La Reforma agraria y sus falsas expectativas, crearon una gran desilusión en las zonas rurales, dando ocasión a los sucesos de Casas Viejas ocurridos el 11 de enero de 1933.
Unos anarquistas de la CNT quisieron iniciar su revolución descontentos con el Gobierno, tomando con las armas la casa de la Guardia Civil de Casas Viejas, donde se hicieron fuertes hasta ser duramente reducidos por la Guardia de Asalto a instancias del Gobierno.
4ª Cita de Azaña: “Los tiros a la barriga”, fue su consigna para terminar con aquel suceso.
Las consecuencias políticas de aquellos oscuros hechos provocó la dimisión del Presidente del Gobierno, Manuel Azaña. El Presidente de la República disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones.
En aquel año surgieron dos movimientos de oposición al gobierno de izquierdas y socialista: la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, hijo del General Primo de Rivera, quien había gobernado dictatorialmente durante seis años en España.
jueves, 20 de mayo de 2010
LA GENERACIÓN DEL 98 Y SU INFLUENCIA EN EL SIGLO XX
Tres fueron los personajes que más iban a influir en los acontecimientos que se iban a suceder a lo largo del siglo XX, tanto en lo social como en lo económico, en especial, gracias al estudio de la mente humana que tuvo como consecuencia el conocimiento de las razones de su comportamiento, merced a las averiguaciones sobre los hechos que le inducían a la realización de sus actos. Teorías que al no poder ser rebatidas de forma contundente, terminaron por aceptarse y en ellas encontrar qué es lo que inducía al ser humano a sus habituales reacciones dentro de la sociedad.
Sigmund Freud, con sus estudios sobre el psicoanálisis basado en la explicación de los sueños, encontró un simbolismo que delataba las acciones del hombre dentro del medio en que se relacionaba. Es lo que se llamó el racionalismo, básicamente fundamentado en la razón de sus actos y en sus efectos, y que posteriormente fue evolucionando de forma surrealista, de la que nuestro paisano Salvador Dalí fue un claro ejemplo.
Carlos Marx argumentó la necesidad del materialismo dialéctico abandonando el simbolismo, cuyas razones llevadas a la práctica no solucionaba la problemática existente en la sociedad del momento, ofertando como solución el marxismo por el que muchos lucharon convencidos de su éxito, pero que con el paso del siglo demostró su fracaso.
Y Albert Einstein, que con su teoría de la relatividad demostró que el factor tiempo era el que condicionaba las dificultades planteadas por la sociedad.
Y en este contexto de nuevas reflexiones para afrontar un nuevo siglo, los acontecimientos que sucedieron dieron aún un mayor empuje a su perentoria necesidad para su puesta en práctica.
Las pérdidas de las últimas colonias de ultramar, en especial la de Cuba por la derrota bélica ante EEUU, así como las islas de Puerto Rico y de las Filipinas, convulsionaron la vida española y su alcance supuso un grave quebranto en su economía, tanto en cuanto que la pérdida de confianza en la clase política, a la que se culpó del desastre al no haber aplicado las medidas necesarias para contentar a las que hasta ese momento eran consideradas como provincias españolas, convirtiéndose por ello y en muy poco tiempo en caldo de cultivo para quienes optaron por la violencia.
La llamada "generación del 98" tuvo su razón de ser, principalmente, en todos los acontecimientos de tan funestas consecuencias para la nación, y que si con anterioridad había sido considerada una potencia de primer orden, tras el paso del convulso siglo XIX había perdido toda su importancia internacional.
Desaparecido el sistema bipartidista con la muerte de quienes lo abanderaban, la del conservador Cánovas (asesinado) y la del liberal Sagasta, se agitó aún más la vida española y trajo la consecuencia de diferentes escisiones en ambos bandos con la creación de nuevos partidos políticos bajo el reinado de un joven rey, Alfonso XIII, incapaz de llevar el timón de la nación española.
El liderazgo del conservador Cánovas, lo trataron de reemplazar Silvela, Maura y De la Cierva, con sus correspondientes escisiones.
Ocurrió lo mismo en el bando liberal, en el que Moret, Canalejas y Romanones se enfrentaron para suceder a Sagasta.
Al mismo tiempo irrumpió en la vida política Pablo Iglesias, creando el Partido Socialista Obrero Español; así como la figura del radical Lerroux que alcanzo cierto arraigo popular. Igualmente emergieron los partidos nacionalistas, con Francisco Maciá y su Ezquerra Republicana; Cambó y la LLiga Regionalista, ésta de carácter conservador. En Vascongadas apareció el PNV de la mano de Sabino Arana; Blas Infante en Andalucía y el galleguismo de Castelao. En Valencia, la figura de Blasco Ibáñez aglutinó a los valencianos en torno al partido republicano, fundado por el genial novelista llamado a conseguir fama universal.
Si hasta ese momento los partidos se habían caracterizado por su política ideológica, se fue dando paso a los gobiernos de gestión como solución a la problemática de la crisis producida por el fracaso de la “restauración”, en la que en un principio habían existido fundadas esperanzas; sobre todo, habida cuenta de la situación de conflicto permanente con anterioridad al reinado de Alfonso XII, lo que aconsejó su vuelta para reconducir la situación de deterioro dada la proliferación de las llamadas guerras cantonales que una I República desnortada no supo reconducir.
Con el comienzo del siglo XX se fueron produciendo etapas con situaciones dispares:
1903-1914. Este periodo se caracterizó por el desmantelamiento de la Restauración y la desaparición de los partidos tradicionales.
1914-1919. Coincidiendo con la I Guerra Mundial en la que España fue neutral, al ser ésta la única nación productiva en Europa, ello representó un periodo de bonanza como proveedora de productor terminados a todo el continente, incluso de armas servidas a ambos bandos contendientes.
1917-1923. Significó un periodo de huelgas generales con la aparición del “pistolerismo”, al que se sumaron los conflictos laborales auspiciados por los socialistas y anarquistas, influidos en gran manera por el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia.
1923-1929. El “golpe de Estado” de Primo de Rivera aceptado por Alfonso XIII, supuso en principio la desaparición de la violencia callejera, el final de la guerra de Marruecos y una política de obras públicas creadora de un gran número de puestos de trabajo, lo que hizo que la clase política se quedara fuera de juego.
El desastre de la pérdida de las últimas colonias españolas había causado un gran estupor en toda España, produciendo un estado de escepticismo y desencanto que caló hondo en todas las esferas de la vida española.
Alcanzó tan alto grado de contrariedad, que los intelectuales se vieron obligados a levantar el ánimo de los españoles recurriendo a la práctica de un necesario regeneracionismo, consistente en la tarea de españolizar Europa mediante la castellanización de España. Actitud basada, fundamentalmente, en la importancia histórica que había tenido Castilla, gracias a las grandes figuras que habían destacado en todos los campos del arte, y cuya producción artística ya formaba parte del patrimonio europeo.
A ello se dedicaron Unamuno con su "Por tierras de Portugal y España"; Valle Inclán; Machado con su “Campos de Castilla”; Azorín con su “Castilla”; Baroja, Galdós, Ramiro de Maeztu, etc. Sin olvidar al poeta catalán Juan Maravall, quien abundando en la nación española, decía exactamente “que España es más ancha que Castilla. Todos ellos, siendo autores periféricos, no tuvieron ninguna duda en glosar el pasado de Castilla que de forma desprendida tanto había contribuido a enaltecer a España en beneficio de Europa, pero pagando un alto precio, el de su empobrecimiento.
martes, 16 de febrero de 2010
ELS SEGADORS
Si en el siglo XV fue una revuelta de campesinos y artesanos barceloneses enfrentados a una minoría feudal y burguesa que nada tenía que ver con una “revolución catalana contra Castilla”, en el siglo XVII se repitió algo semejante.
Abusos cometidos por los soldados de Felipe IV enfurecieron a los agricultores, y la lucha contra el hambre junto a la opresión señorial, se confundió con la rebelión política de la oligarquía catalana contra el virrey y la torpe política del valido Duque de Olivares quien entregaba cargos, honores y beneficios en perjuicio de otros oligarcas que se consideraban injustamente tratados.
La rebelión de “els segadors” en el Corpus de 1640 no fue una revolución “nacional” como algunos pretenden, ni siquiera la protesta por la centralista monarquía del cuarto Felipe de los Austrias.
Más bien resultó el estallido de una fuerte tempestad de violencia y mar de sangre, donde se esgrimieron aceros de rudas hojas contra aristócratas y notables de la ciudad de Barcelona. Las iras también se desataron contra el virrey de la corona por una muchedumbre que gritaba ¡Viva el Rey¡ ¡Mueran los traidores ¡.
Estos ataques se extendieron a varios puntos de Cataluña contra propiedades y haciendas, no sólo de amos, sino también contra administradores municipales.
Cuando desde la Generalitat había que tratar asuntos de su competencia en las tierras catalanas, los diputados encargados de ello se encontraron con la dificultad de su soledad ante un furor que les atemorizaba. En sus recorridos eran tratados como traidores. Los asustados Diputados de la Generalitat catalana solicitaron la protección que posibilitara su tarea, toda vez que no se podía visitar sin soldados los pueblos y villas de Cataluña.
El Gobierno catalán al frente de Pau Clarís, demandó ayuda a Richelieu. Para justificar su traidora actitud se rebelaron contra el Rey español, al que “culparon de todos los males”. Provocaron en su contra el ataque de la real tropa y para defenderse sin disponer de un ejército propio, soldados franceses acudieron desde suelo galo librándose crueles enfrentamientos.
Aquella situación se les escapó de las manos a los del Principado, y temerosos de un destino incierto y de perecer ante la muchedumbre, pusieron a la Generalitat en manos de Luís XIII, nombrándole Conde de Barcelona. Días después moría Pau Clarís. La muerte le evitó lamentar la afrenta, como así les sucedió a los demás Diputados poco después de verse apartados por los franceses ocupantes de sus cargos, terminando por refugiarse en sus casas y palacios.
La relación con Francia no supuso ningún beneficio para nadie. Sólo un aumento de impuestos para abastecer las tropas y las mermas de un lógico cierre de mercados por la situación de guerra en que se vivía. Ni el Virrey francés, ni su Capitán General fueron del agrado de la oligarquía catalana. Temblaron al ver que los franceses tramaban ampliar sus fronteras, en lugar de mantener la autonomía catalana. Fue corriendo el clamor por los errores cometidos, y en todos los rincones se fueron dando cuenta de la demagogia que encerraba echar la culpa a la corona española de todos los males. En 1652 la mayoría del pueblo catalán veía con buenos ojos a Felipe IV, firmándose la capitulación con la entrada pacificadora de Don Juan de Austria, hijo natural del Monarca. Algunas escaramuzas continuaron hasta que La Paz de los Pirineos de 1659 puso fin a un conflicto que supuso para España y Cataluña la perdida de territorio francés.
La guerra fue nefasta para Cataluña. A las perdidas comerciales, se unieron muertes inútiles y una epidemia de peste visitaba todo el Principado. El mercado interno sufrió la invasión de mercancías francesas en beneficio de una minoría de comerciantes. Ante tal desengaño la burguesía catalana volvió al redil de los Austrias. Años más tarde el último de los Austrias, Carlos II, rey decadente, débil y enfermizo, fue ensalzado por los notables catalanes y Feliu de la Peña dijo ¡El mejor rey que ha tenido España ¡
La manipulación actual del conflicto queda al descubierto al reflexionar sobre este absurdo error, que se repitió años después, durante la guerra sucesoria al tomar partido los catalanes por la Casa de los Austrias, gestando sus iras contra los Borbones como “culpables de todos los males”. Se habían olvidado que cuando “els segadors” se habían alzado contra la Generalitat Catalana, ésta señaló al Austria Felipe IV como blanco de aquella rebelión y “culpable de todos los males”.
sábado, 5 de diciembre de 2009
LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA
La Guerra de Sucesión española iniciada en 1702 fue una guerra internacional que acabó enquistando las entrañas de España, pero que a su final se desvaneció en la inconsciencia del pueblo español, al igual que en sus inicios reinaba la incertidumbre de no haber llegado a entender la razón de sus propósitos. Sin embargo, hoy se recuerda por algunos como un mito en el que el pueblo catalán era la resistencia contra el centralismo castellano.
El que Carlos II no tuviera heredero planteaba un conflicto dinástico. De ello, las potencias europeas se disputaron una serie de intereses económicos, territoriales y políticos a costa de España que, sin desearlo, terminó llevándose la peor parte. Carlos II a la vista de todos los pretendientes extranjeros, consideró que la unión con Francia significaba una mayor seguridad y, con la misma, era cuando se podía garantizar la conservación de la Monarquía en toda su integridad. Optó por el Duque de Anjou, Felipe V, decisión testamentaria que significaba la llegada de los Borbones a España.
En su testamento del 3 de Octubre de 1700 exigió el cumplimiento de dos condiciones: Que las coronas españolas y francesas no se unieran en una sola persona, y no enajenar parte alguna de los territorios españoles.
En 1701 Felipe V entró en España jurando los fueros catalanes, correspondiéndoles estos con su fidelidad. Al igual que se hizo en las Cortes Aragonesas, no así con las del Reino de Valencia.
La Gran Alianza (el Sacro Imperio, Inglaterra, los Países Bajos, Portugal, Prusia y Dinamarca) temerosa de que se pudiera perder el orden europeo, deseaba el desmembramiento galo-hispánico y terminar con el monopolio del mercado americano. Y por ello, declararon la guerra a los Borbones.
Felipe V no fue un rey impuesto por Castilla. Tampoco la Guerra de Sucesión fue una guerra entre Castilla y otros reinos periféricos. En Cataluña hubo partidarios borbónicos, como en Valencia y en Aragón. También Castilla tuvo partidarios del archiduque Carlos. La fiebre austracista de una minoría dirigente de Barcelona no fue compartida por muchos en tierras catalanas. Lérida y Gerona eran partidarias del pacto con el Borbón y comarcas del Pirineo fueron fieles a Felipe V.
Hasta 1705 Barcelona fue plaza del Duque de Anjou. Los austracistas pusieron cerco a la ciudad un año antes y fueron rechazados por los catalanes. Finalmente un bombardeo indiscriminado rindió la ciudad. Estas cosas hoy no se cuentan y parece como si no hubiesen ocurrido. No se habla de los catalanes que tuvieron que abandonar Barcelona, ni de las ejecuciones ordenadas por los aliados austracistas. Tampoco se habla de que en el último asalto a Barcelona por el duque Berwick, en sus tropas intervinieron soldados catalanes.
Sólo se recuerda dentro de una gran falsedad histórica la resistencia de una lucha ¿nacional? de la antigua Corona de Aragón contra el centralismo e imperialismo castellano. Como tampoco se hace hincapié en que el Archiduque Carlos en sus deseos de gobernar, se proclamó como Carlos III, Rey de España, lejos de cualquier otro deseo separatista, como en la actualidad se manipula.
Igualmente no se menciona que el militar catalán Villarroel combatía a los Borbones con el eslogan, ¡Por nosotros y toda la nación española combatimos¡ anunciando, que lo que quería Luís XIV era no dar rey a España y convertirla en provincia de Francia. Tampoco se dice que el Consejo de Ciento –órgano municipal de Barcelona – fue más radical que la Generalitat, mandada ésta por una nobleza que se iba alejando de los austracistas. La Generalitat no fue suprimida por Felipe V, como se dice, sino por el propio Consejo de Ciento en pleno mandato de los aliados austriacos.
La resistencia que opuso Barcelona a Felipe V no fue una lucha heroica y popular. La nobleza, el clero y las masas, no mostraban ningún interés en seguir amurallados y deseaban que se acabara la resistencia, el hambre y las bombas. La resistencia fue más bien empeño de un grupo reducido abandonado por la mayoría de los catalanes. Un empeño y un error como los que en 1641 habían hecho a Luís XIII Conde de Barcelona. Y tanto Villarroel como Rafael Casanova se inclinaron por una solución negociadora. Un Rafael Casanova que por cierto portaba la Bandera de Santa Eulalia; no la actual nacionalista cuatribarrada que manipuladamente se une a lo sucedido hace trescientos años.
La burguesía catalana aprendió la lección, se olvidó de los fueros y se alistó con la causa del proteccionismo y el mercado español. Se cicatrizaron viejas heridas y descubrieron las ventajas de los Decretos de Nueva Planta. Poco después, avanzado ya el siglo, la llegada de Carlos III y el Decreto de Libre Comercio, significaron la escalada de los grandes comerciantes catalanes, el esplendor del puerto de Barcelona abierto al inmenso negocio de América, una época de prosperidad y una colaboración con la Monarquía española de la burguesía catalana, como así lo demostró durante el Motín de Esquilache con su actitud favorable a la Corona.
La Guerra de Sucesión terminó con el Tratado de Utrecht (1713) que supuso la pérdida para España de sus dominios europeos que pasaron a formar parte de los aliados austracistas. Felipe V suprimió las instituciones y leyes particulares de la Corona de Aragón, no así las del Valle de Arán, Navarra y provincias vascas que combatieron con el monarca español.
Tan pronto como el Archiduque se vio ante su eminente nombramiento como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ordenó a sus tropas la retirada, abandonó España y puso final a la Guerra de Sucesión.
domingo, 31 de mayo de 2009
LOS COMIENZOS DEL SIGLO XX
El comienzo del siglo XX vino marcado por una mayor acción del anarquismo encaminada al derrocamiento no sólo del capitalismo, sino del mismo Estado. Los anarquistas insistían en la necesidad de finalizar con el sistema capitalista, pero sin plantear las demandas que hicieran posible la elevación del nivel vida de la clase trabajadora.
En su acción de lucha, el recurso a las acciones terroristas era muy frecuente, especialmente contra las instituciones del Estado y el poder económico. El liberal Canalejas, como Presidente de Gobierno, fue asesinado por un anarquista, al igual que lo había sido Cánovas del Castillo, conservador, finalizando el siglo anterior por su firme decisión de mantener la provincia cubana enfrentado a los independentistas de la isla caribeña. En ese ambiente hay que enmarcar los trágicos acontecimientos que se sucedieron en toda España, especialmente en Barcelona, con su “Semana Trágica” del mes de Julio de 1909 en los días comprendidos entre el 26 y el 31, en los que se llegó a un alto grado de violencia.
Debido a la pérdida de las últimas colonias americanas a finales del pasado siglo, España había centrado sus intereses económicos en el norte de África, iniciando una línea de ferrocarril desde Melilla hacia la zona minera. En esta tarea se produjo un enfrentamiento con los nativos, lo que iba a significar años después, a partir de 1911, el comienzo de la Guerra con Marruecos, la conocida como “guerra del Rif” y que durante muchos años supondría una gran pérdida de vidas humanas para las familias españolas.
Ésta agresión fue llevada a cabo en el mes de Julio de 1909 en el “barranco del lobo”, próximo a Melilla, lo que hizo necesario el envío de tropas españolas a la zona africana con el resultado de una gran derrota para el ejército español en cuyas guarniciones se había proclamado el estado de guerra. Las “clases pudientes” mediante el pago de un canon, evitaban que sus hijos fuesen alistados, motivando por ello una fuerte protesta en las organizaciones sindicales y la declaración de una huelga general.
En Barcelona su “semana trágica” alcanzó tal virulencia, que transformó la protesta inicial en un ataque a la Iglesia mediante el incendio y saqueo de sus Parroquias y Conventos.
Las consecuencias de la tragedia fueron demoledoras: casi ochenta muertos, quinientos heridos, más de cien edificios incendiados, la mayoría de ellos religiosos y más de dos mil detenciones con penas de destierro y de cadena perpetua. En medio de una fuerte represión se ajusticiaron a cinco personas consideradas como los responsables de aquella “Semana Trágica”.
Los sucesos fueron sofocados por tropas que llegaron de otras ciudades; Valencia, Burgos, Zaragoza y Pamplona, principalmente. Como consecuencia de los disturbios el Rey cesó a Maura, Presidente de Gobierno, sustituyéndole el liberal Segismundo Moret.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923/30)
Durante el periodo de 1918 a 1923 se sucedieron en España veinte crisis totales y otras tantas parciales, es decir, cada dos meses hubo un cambio de Gobierno en medio de una gran tensión social, destacando los asesinatos de Eduardo Dato (1921), político conservador y Presidente de Gobierno, y el del Arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila en 1923, victimas ambos de acciones anarquistas. El terrorismo, que había alcanzado una gran repercusión, produjo constantes enfrentamientos agravados aún más porque la patronal, y en su defensa, instituyó el somaten de Cataluña.
No obstante, fue el desastre de Annual de 1921 el principal acontecimiento que desencadenó la Dictadura de Primo de Rivera. En Annual murieron entre 12.000 y 14.000 soldados, todos ellos de quintas. Soldados provenientes de familias de baja extracción social, todas vez que con el pago de una tasa se podía evitar la llamada a quinta en las familias de mayor poder adquisitivo, tal y como ya había ocurrido con anterioridad.
El desastre de Annual, que salpicó al Rey, sucedió cuando el general Manuel Fernández Silvestre mandaba las tropas en la guerra de África y aunque no tuvo órdenes directas del Rey, sí recibía su aliento en sus acciones bélicas. Aquel acontecimiento supuso el descrédito total del sistema político español.
Consumado el desastre y en medio de una gran tensión social, se proclamó la Dictadura que el Rey se vio obligado a aceptar.El general Primo de Rivera que mandaba en la Capitanía General de Cataluña, se colocó al frente del Gobierno de España.
La prensa española, en general, no criticó la llegada al poder de Primo de Rivera, a excepción de la anarquista. El periódico “El Socialista” la acogió con naturalidad, y el sindicato de la UGT se convirtió en aliado de Primo de Rivera con quien colaboró fielmente su líder Largo Caballero. Llegada la II República, el líder ugetista fue acusado de su colaboración con Primo de Rivera, lo que le llevó a la necesidad de radicalizarse en todas sus acciones, como se viera años más tarde.
Implantada la Dictadura, despareció de España la violencia en las calles así como el terrorismo, que cesó en su actividad. Debido a las medidas de tipo laboral y económico que se llevaron a cabo, España se puso en muy pocos años al nivel económico de Italia.
Primo de Rivera, viudo y juerguista, tenía un aspecto muy jovial y divertido. Gozó de las simpatías populares, especialmente por su política de obras públicas que supondría un gran número de jornales para la población española, en sus primeros años de mandato, conocidos como los de su fase ascendente de 1923 a 1928.
En sus primeros años de gobierno destacó el éxito inmediato en el mantenimiento del orden público; al igual que el desembarco de Alhucemas que supuso el final de la guerra de África, hecho que causó una gran alegría, especialmente, en las madres españolas.
Su programa fue reformador, inspirado en Maura y Costa. Del primero se adoptaron las ideas para la reforma administrativa y del segundo, la del regadío. Joaquín Costa destacó especialmente por su política hidráulica, idea que perduró también en los Gobiernos de Franco. Se crearon las Confederaciones Hidrográficas que han llegado hasta nuestros días.
La creación de infraestructuras, obras y banca pública, monopolios (especialmente CAMPSA) supusieron para España un gran avance en todos los campos sociales y económicos. Se creó el Banco Hipotecario, lo que explica que sea España la nación con un mayor número de propietarios en Europa de su domicilio familiar. La creación de CAMPSA supuso un fuerte enfrentamiento con la multinacional TEXACO, que se vio privada de sus negocios en España.
El mandato de Primo de Rivera se caracteriza por su directorio militar de 1923 a 1926 y el civil de 1926 a 1930.
Dada la situación de bonanza y resueltos los grandes problemas, los políticos españoles deseaban la vuelta al sistema de partidos políticos. Se acordó un “Pacto Institucional” y se firmó una especie de Constitución.
Primo de Rivera en un viaje a Italia vio que las cosas funcionaban razonablemente bien bajo el régimen implantado por Mussolini y trató de imitar el sistema del fascismo italiano creando la Unión Patriótica. Partido en el que su afiliación fue inapreciable, significándole un gran fracaso. Al igual que la supresión de la mancomunidad de Cataluña que le supuso un paso atrás en su política interior, iniciándose un fase descendente ya hasta el final de su mandato.
Las generaciones del 98, del 14 especialmente y la del 27 se opusieron a Primo de Rivera. Como anécdota de su carácter, cuando recibía el General una fuerte crítica en algún medio de comunicación, como ocurría frecuentemente con Unamuno, el dictador se presentaba en su tertulia y discutía con él el aspecto de su crítica. Esta forma peculiar de defenderse, pone de manifiesto el carácter campechano del General, así como indica que su actuación no era la propia de un fascista, tal y como se le acusaba en la última parte del periodo de su mandato.
Tuvo problemas con los altos financieros y las multinacionales por la creación de la banca pública. Perdió la confianza del Rey, porque las reformas constitucionales suponían para el monarca perder sus prerrogativas, y Alfonso XIII pidió la dimisión de Primo de Rivera.
Ante esta situación Primo de Rivera llegó a decir que “a él no le borboneaba nadie”, dirigiéndose a todos los Capitanes Generales de forma personal con la pregunta de si tendría su apoyo en el supuesto de no hacer caso a la petición del Monarca.
Ante la negativa de todos fue cuando presentó su dimisión al Rey, quien nombró como Jefe de Gobierno a Dámaso Berenguer (1930/31) con el encargo de una reforma constitucional, iniciándose un corto periodo conocido como el de “la Dictablanda”.
La Dictadura del General Primo de Rivera representó un periodo de paz y mejora económica, así como de nuevos servicios públicos en beneficio de la población. Dejó sin oficio a los políticos, quienes conspiraron contra él. Pese a ello, fue un periodo de grandes consensos y de pocas polémicas. La percepción que se tiene en la actualidad es que fueron unos años de grato recuerdo pese a la interrupción de la vía constitucional iniciada con la restauración borbónica, debido, especialmente, a la desaparición de la violencia callejera y al final de la guerra africana.
PACTO DE SAN SEBASTIAN
En Agosto de 1930 la oposición a la Monarquía se reunió en San Sebastián a instancias de Niceto Alcalá-Zamora, católico y líder de la Derecha Liberal Republicana, a donde acudieron representantes de todos los partidos republicanos españoles. El objetivo de la reunión era crear un Comité revolucionario que en colaboración con un grupo del ejército provocara un pronunciamiento militar que trajera la II República a España.
Alcalá-Zamora se convirtió en el líder del Comité, quien un año después fue proclamado como Presidente de la República. Al acto asistieron a título personal Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Eduardo Ortega y Gasset, el hermano del filósofo. Gregorio Marañón no pudo asistir, pero se adhirió al pacto. Acordaron el “pronunciamiento” para finales del año en curso. Sin embargo, el capitán Fermín Galán adelantó la fecha y el intento terminó en un fracaso y su fusilamiento, junto al también capitán García Hernández autores ambos de lo que pasó a llamarse la “Sublevación de Jaca”.